martes, 12 de noviembre de 2013

Los misterios del cerebro III: “Que la fuerza te acompañe”


Los misterios del cerebro III: “Que la fuerza te acompañe”

Se trata de una frase muy conocida de La Guerra de las Galaxias. La fuerza en esta obra de ficción era una energía sobrenatural que otorgaba a los que eran capaces de sentirla y dominarla habilidades extraordinarias. Gracias a ella, los Jedi podían por ejemplo intuir cuando y donde iban a recibir un disparo láser incluso sin poder ver, como aprende a hacer Luke Skywalker
como parte de su entrenamiento. ¿Son los Jedi, unos meros personajes de ficción los únicos capaces de esto? ¿o acaso los seres humanos somos capaces de dominar esta “fuerza” para ser capaces de acciones como esta? La respuesta sorprendería a más de uno.

¿Pueden ver los ciegos?, parece una pregunta tonta, ya que la mera definición de ciego dicta que una persona ciega es aquella que es incapaz de ver. Sin embargo hay algunos ciegos en los que “La fuerza es muy intensa”.  ¿Cómo reaccionarían si observaran que un ciego esquiva hábilmente un objeto que se dirigía hacia el, antes de que éste llegue a alcanzarlo? ¿Y si vieran a un ciego avanzar sin bastón ni perro guía a través de un pasillo en el que hay diversos obstáculos, evitando cada uno de ellos para alcanzar su destino sin demasiados problemas? Seguramente todos quedaríamos asombrados y perplejos, y seguramente habría quien que se apresuraría a decir que el ciego ha oído el objeto que se dirigía hacia él o palpado, olido, sentido ect, los objetos del pasillo. La sorprendente realidad es que hay algunas personas que aún sufriendo de completa ceguera son capaces de hacer esto. Y éste fenómeno no se debe a que sean capaces de percibir los objetos con el resto de sus sentidos, sino que, como apuntan los estudios en este campo, los ciegos pueden ver estos objetos, un fenómeno conocido como VISIÓN CIEGA.


¿Cómo es esto posible? Para entender este espectacular fenómeno, primero hemos de entender un poco de cómo funciona nuestro cerebro.
Seguro que en alguna ocasión, por algún desafortunado accidente, o por la mala intención de alguien, nos hemos visto en la situación de que un objeto vuele directamente hacia nosotros amenazando con impactar contra nuestro cuerpo. Y seguro que también en alguna ocasión, hemos sido lo suficientemente rápidos como para reaccionar a tiempo y evitar el choque.

Pero nosotros podemos ver, eso no es nuevo. Sin embargo no nos hemos parado a pensar lo que ocurre en nosotros en esa situación. Nosotros en absoluto somos conscientes de lo que está ocurriendo, no podríamos decir que es el objeto que viene hacia nosotros, ni de donde viene, de hecho, antes de reaccionar, ni siquiera somos conscientes de que algo peligroso se aproxima hacia nosotros. La reacción es primero, la comprensión después. Es precisamente por eso que muchas veces quedamos en ridículo cuando reaccionamos tratando de esquivar una simple sombra, o cuando reaccionamos ante el amago de alguien que finge tirarnos algo.

Que el orden de acontecimientos sea ese, no es algo trivial, sino que tiene su sentido biológico. Si nos va a atropellar un autobús, el orden de prioridades para nosotros es 1. Movernos rápidamente para evitar el atropello 2. Entender que un autobús de color rojo avanzaba hacia nosotros con la velocidad apropiada para hacernos daño en una previsible colisión, dadas las trayectorias de ambos. Del mismo modo que si nos quemamos la mano, lo primero que hacemos es retirarla, antes de comprender que es lo que está sucediendo. De hecho, si alguien decidiera cambiar el orden de esos acontecimientos, dudo mucho que sus genes se transfirieran a la siguiente generación. La clase de mecanismos que provocan la primera respuesta son los que llamamos reflejos.

Para que estos reflejos sean posibles necesitamos dos pilotos a los mandos del cerebro. Uno de ellos somos nosotros, con consciencia de nosotros mismos, con capacidad de ver, oír, entender, etc el mundo que nos rodea y tomar decisiones basadas en la reflexión para ejecutar nuestras acciones. Es decir, el cerebro consciente. cerebro inconsciente.
El segundo piloto, es el piloto automático, que, nos lo permita nuestro ego o no, es más rápido y eficaz que nosotros mismo. Él se encarga de los mecanismos que son reflejos o automáticos, desde mantener la respiración constante hasta reaccionar rápidamente ante estímulos peligrosos. Este es el
Los órganos encargados de nuestros 5 sentidos, conectan tras recibir la información tanto con áreas del cerebro gobernadas por el cerebro consciente, en las cuales la información se comprende, estructura e interpreta, como con áreas dirigidas por el piloto automático, que elabora respuestas rápidas y de suma importancia, ante la información recibida. Éste segundo circuito, por necesidad, es mucho más rápido que el primero.


Volviendo pues al caso de la visión ciega, lo que ocurre con estos ciegos es que tienen dañadas las áreas cerebrales encargadas del procesamiento consiente de la información, por lo que el circuito del cerebro consciente no funciona, lo que hace que estas personas, conscientemente no vean nada. Sin embargo, sus ojos funcionan correctamente, y pueden enviar la información a las áreas del cerebro inconsciente, y éstas pueden hacer que respondan a los estímulos, esquivando objetos que se les aproximan, u obstáculos en su camino, sin que ellos sean conscientes de que lo han hecho.


Estas y muchas otras son las maravillas de las que es capaz esta “Fuerza”, éste cerebro inconsciente, que no siempre tenemos en cuenta pero que es de una perfección e importancia supremas. Que la fuerza os acompañe.



Vídeo de Redes sobre visión ciega:

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