lunes, 16 de septiembre de 2013


El Sistema Inmunitario II: La élite de las defensas


Como adelantábamos en el post anterior, muchas de las amenazas a nuestra salud son organismos muy perfeccionados y completamente preparados para invadir nuestro organismo e impedir que las defensas generales los reconozcan. Así, superan fácilmente los mecanismos de defensa generales que ya describimos. Por eso, son necesarios mecanismos muy sofisticados, capaces de detectar millones de componentes que no son propios de nuestro organismo, para poder atacar todo aquello que nuestro cuerpo reconoce como extraño, es decir, como no propio.

Estos mecanismos deben ser capaces de detectar moléculas muy específicas, que a menudo son únicas de una sola especie de microorganismo, esto significa que nuestro organismo necesita poder detectar millones y millones de moléculas distintas (proteínas en su mayoría), que no producen sus células y sí los distintos patógenos que amenazan nuestra salud y distinguir entre estas moléculas y las propias del organismo, para no atacarse a sí mismo. Esto puede hacerse gracias a un tipo especial de proteínas, los llamados ANTICUERPOS.1
Estos son proteínas con forma de Y. En el extremo de los dos brazos de la Y tienen una zona que es única de cada anticuerpo y encaja con una única* molécula extraña, pudiendo por tanto unirse a ella.*2. Las células que producen estos anticuerpos con los llamados LINFOCITOS B, cada linfocito diferente sólo produce un anticuerpo distinto, y tienen estos linfocitos en su superficie muchas copias del mismo anticuerpo.
Así, el organismo es capaz de reconocer los millones de moléculas presentes en todos los microorganismos que pueden invadirnos, porque produce un anticuerpo capaz de unirse a cada una de ellas*.
Linfocito B con anticuerpos en su superficie

 
 
 
 
 
 
 
 
Otras células importantísimas de nuestro sistema inmunitario son los LINFOCITOS T, de los que hay dos tipos diferentes, los Th, y los Tc. Ambos tipos son células que tienen en su superficie otras proteínas llamadas receptores que hacen la función de anticuerpos, y también les sirven para reconocer moléculas extrañas de igual forma*2, cada linfocito T produce varias copias de sólo una de estas proteínas, de la misma forma que los linfocitos B sólo producen un anticuerpo distinto.
Linfocito T con un receptor, llamado TcR

Todas estas armas se combinan en un engranaje biológico de lo más sofisticado y preciso para conseguir ser letales para las múltiples amenazas a nuestra salud. Para entender este funcionamiento nos sería útil imaginar que le ocurriría a un microorganismo dañino una vez invade nuestro organismo. Una vez en nuestro interior, este microorganismo puede encontrarse con muchos linfocitos Th distintos, y si alguno de ellos tiene el receptor que “encaja” con alguna molécula del microorganismo, se unirá a ella, y entonces, el linfocito se activará. Cuando un linfocito Th se activa, actúa como un centinela que alerta al organismo de que ha encontrado una amenaza. Así, libera una serie de señales químicas que otras células defensivas, como los linfocitos B, macrófagos , leucocitos, etc, pueden recibir, y que atrae a todas estas células al lugar en el que se encentra el linfocito Th. De este modo, estos centinelas son capaces de reconocer a casi cualquier amenaza y dar la alarma para atraer a todas las defensas y así facilitar la destrucción de la amenaza.
 
El linfocito Th se activa y llama al resto de las defensas. Estos linfocitos necesitan que otras células les presenten las moléculas raras para poder reconocerlas, pero para simplificar no entraremos en esto en profundidad .

En cuanto a los linfocitos B, cuando el microorganismo se encuentra con ellos, si los anticuerpos de superficie de algún linfocito B “encajan” con alguna molécula del patógeno, el linfocito B se activa, igual que ocurría con el Th, pero en este caso, en lugar de llamar al resto de células, al activarse, los linfocitos B comienzan a dividirse, de forma que se multiplican mucho y al final hay un montón de linfocitos que producen el anticuerpo que se une a esa molécula del patógeno. Parte de estos nuevos linfocitos se dedican a producir anticuerpos de forma masiva y soltarlos al exterior, de forma que estos pueden unirse sobre los microorganismos de forma masiva.
 
Las células plasmaticas son linfocitos B activados.
 
Ésto es útil porque ayuda a otras células defensivas como macrófagos, leucocitos, etc, a reconocer a los patógenos y destruirlos. El resto de los linfocitos se mantienen en reserva, y gracias a ésto, la próxima vez que ese microorganismo nos invada, tendremos más copias del linfocito que lo reconoce, y por lo tanto la respuesta de nuestro organismo será más rápida y contundente,
ésta es la base de que nuestro organismo “aprenda” a responder, y es la razón de ser de las famosas vacunas.
Que haya anticuerpos unidos a las bacterias ayuda
al macrófago a reconocerlas y digerirlas

 Por último nos queda hablar de unas amenazas muy peculiares que hemos pasado por alto, los virus. Estos organismos, se meten dentro de nuestras células y se aprovechan de los recursos de éstas para reproducirse. Cuando se han reproducido lo suficiente y hay un gran número de copias del virus en el interior de nuestra célula, esos se liberan al exterior, y en la gran mayoría de los casos, esto conlleva la muerte de la célula. Además también existen bacterias que se introducen en nuestras células igual que los virus, y así evitan que los linfocitos B y Th puedan reconocerlas y matarlas. ¿Cómo pueden identificarse y atacarse estas amenazas? La respuesta nos lleva al tercer tipo de linfocito que habíamos nombrado, los linfocitos Tc. Estos linfocitos son unas células que actúan de una forma parecida a los inspectores de sanidad, aunque de un modo más sangriento. Los inspectores de sanidad recogen muestras de las distintas comidas preparadas en distintos locales y las analizan para asegurase de que no contienen nada dañino para la salud. Los linfocitos Tc actúan igual, todas las células de nuestro organismo sacan a su superficie pequeñas muestras de lo que hay en su interior, para mostrárselas a los linfocitos Tc, si éstos reconocen algo extraño en estas muestras, (como por ejemplo componentes de un virus que hay dentro de la célula), obliga a esta célula a suicidarse, eliminado con ella las amenazas que existieran en su interior. Este mecanismo también funciona con células, que aunque no tengan microorganismos patógenos en su interior, se comporten como no deben, como las células tumorales. Además, si estas células se niegan a enseñar la muestra (cosa que suelen hacer las tumorales), hay otras células, los linfocitos NK, que se encargan de matarlas.
Linfocito Tc matando una célula infectada por virus
 
 
 
Linfocito NK matando una célula tumoral

Así es como actúan las defensas más precisas del Sistema Inmunitario, reconociendo específicamente los millones de moléculas distintas que forman parte de los millones de microorganismos distintos, para que no haya ninguna amenaza que pueda escapar a sus casi perfectos mecanismos.





Nota: Si el lector conoce algo de inmunología, se dará cuenta enseguida de que este post es una extrema simplificación de el funcionamiento real del sistema inmunitario. No nos hemos referido a la organización de este en el espacio, puesto que no hemos hablado de vasos ni ganglios linfáticos, ni siquiera hemos nombrado el importantísimo proceso de presentación de antígenos y hemos simplificado mucho el papel de cada célula en el complejo engranaje defensivo. Tampoco hemos entrado en los maravillosos detalles moleculares del funcionamiento de esta maquinaria, es una pena pero la intención es que el lector tenga una visión general muy básica de esta, puesto que más información probablemente podría saturarle y confundirle.

 

*1 Esto es una simplificación, cada anticuerpo (o cada receptor de linfocito Th o Tc), realmente no solo encaja con una sola molécula extraña como la llave en la cerradura, realmente es algo un poquito más flexible, de forma que no solo encaja con una molécula, sino con unas pocas (muy pocas).



*2 No hemos comentado cómo es posible que podamos generar un anticuerpo y receptor de linfocito T para cada una de las millones de posibles moléculas del universo, a excepción de las nuestras propias. La respuesta está en que los genes que sirven para fabricar los extremos de los brazos de los anticuerpos están divididos en “piezas” y esas piezas pueden combinarse de casi infinitas formas posibles para dar los millones de anticuerpos/receptores de linfocitos T diferentes y únicos, que puedan unirse a estos millones de moléculas distintas.

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